Gran aprendizaje

Cuando un amigo me sugirió que fuera a ver a Marta, pensé que era imposible que pudiera ayudarme: si no sabía qué quería hacer con mi vida y además con “esa trayectoria tan rara que había llevado después de la crisis y que había destrozado mi carrera profesional”. Pero como no tenía nada que perder fui a verla. ¡Y menos mal que fui! Marta y Marisa me han ayudado a dar un giro en mi vida tanto profesional como personal.

Lo primero que vi cuando hablé con ella, y luego me apunté al grupo, es que no era la única persona en esta situación: gente brillante, con unas carreras impresionantes tenían las mismas inseguridades. Como no paraba de repetirnos, ahí estaba nuestro “saboteador” intentando boicotearnos. Y a mí me boicoteaba mucho. En el taller no fui capaz de contar mis últimos años profesionales. Imposible. No era capaz. Tuvo que salir Marta a contar mi trayectoria profesional. Y cómo la contó!!! No era posible que lo que ella expresó fuera lo que había hecho yo en mis últimos 8 años. Pero sí. Era justo eso. Y la razón fundamental era que ella sí se lo creía y yo no. Qué arraigado estaba Mi “saboteador”.

Así que me puse a trabajar con Marisa. Empecé por una labor de introspección enorme, donde tenía que:

1) Encontrar varios logros en mis distintos trabajos. Logros! Pero si yo era financiera y no había tenido logros. Y además cuantificarlos!!!. !!!. Gracias a Marisa, y después de darle mil vueltas, me di cuenta de que sí había tenido logros en mis trabajos. Y así los plasmé. Y no estaban mal.

2) Decidir qué trabajo quería y en qué sector… Y yo qué sabía!! Lo que surgiera. Donde fuera. Bastante había hecho con tener claro que quería volver a trabajar por cuenta ajena. Me había costado 8 meses decidirme y no bastaba con eso!. ¡¡¡¡Tenía que decidir qué puesto buscar y en qué sector!!!! ¡Imposible!. Pues sí. También gracias a Marisa, puse foco y definí qué posición buscaba y en qué tipo de empresa

3) Poner en valor toda mi trayectoria. Puff. Los 15 primeros años: carrera corporativa en empresas multinacionales de diversos sectores. Vale. Relativamente fácil. Pero desde 2009. ¿Cómo podría servir a una empresa mi experiencia posterior? Había montado una franquicia educativa (nada que ver con el mundo financiero corporativo), luego trabajé unos meses en el extranjero (en operaciones), a la vuelta llevaba año y medio trabajando por proyectos como consultora freelance en pymes. Menudo batiburrillo. O al menos era lo que sentía en ese momento y, por tanto, lo que transmitía. Y de nuevo, ahí estuvo Marisa, consiguiendo que me diera cuenta de todo lo que había aprendido en estos años, de lo que me había curtido, de las experiencias que había vivido… Le costó, pero consiguió que lo valorara y me lo creyera.

Una vez que me sentí preparada, salí al mercado. En ocho meses me reuní con 104 personas. Todas las semanas planificaba a quién iba a ver y a qué eventos iba a asistir(compaginándolo con algún proyecto que conseguía como freelance). Tras las visitas, apuntaba cómo me había ido y analizaba los consejos que recibía. Era fundamental vencer “el síndrome de la agenda vacía”, tenía que ocuparla de forma útil y estructurada. En ese camino tuve momentos muy buenos (varios procesos a la vez, conocer a gente que te recibía y aconsejaba de manera totalmente desinteresada) y momentos muy malos. Y en todos ellos Marisa siempre estuvo presente para animarme, ver qué errores había cometido… Sin ella, habría sido imposible.

Para mí lo más difícil de este proceso fue la gestión de las emociones: vivir en una permanente montaña rusa, con subidones cada vez que tenía una entrevista y bajones cada vez que se caía un proceso. Pero mirándola con perspectiva, ha sido una época de mi vida muy positiva, de gran aprendizaje, que disfruté (sin darme cuenta), y donde he conocido a gente interesantísima.

Marisa y Marta, gracias, gracias y mil veces gracias.

Escrito por Teresa Burgos.