Rumbo Norte

En las conversaciones que mantenemos habitualmente está muy arraigado realizar a nuestro interlocutor la pregunta “¿Por qué?”. Es una costumbre y, su respuesta, nos lleva a la justificación de la acción realizada:
• “Realizada” aplica al pasado y lo que es pasado es inamovible.
• “Justificar” es acomodarse a razones propias donde somos hábiles y rápidos encontrando argumentos de todo tipo, que defienden nuestra posición frente a terceros y sobre todo frente a nosotros mismos.
• Es campo abonado para que nuestra voz interior, nuestro “saboteador”, sustente más su teoría!

Mi sugerencia es que cuando este verano reflexiones sobre tu vida profesional futura, sustituyas la pregunta “¿Por qué?” por la pregunta “¿Para qué?” . El cambio es radical!
• “Para qué” proyecta a futuro e implica propósito.
• Ayuda a vislumbrar la ruta a seguir sabiendo que fin queremos alcanzar. Es nuestra brújula.
• Saber lo que quieres es lo que te dará seguridad, autoestima y sobre todo la posibilidad de definir y conocer la hoja de ruta necesaria para alcanzar tu objetivo

“¿PARA QUÉ?” nos conduce y obliga a pensar fuera del mundo de la justificación y de la complacencia, de la facilidad y de la comodidad aparente. Nos empuja a tomar decisiones acertadas en un mundo profesional que sabemos no se acabará cuando nos gustaría.

No es tarea sencilla, ya lo sé!… Cuando lo pruebes te darás cuenta que la respuesta que te des contesta a otra pregunta: “¿Por qué?”. No desesperes…, a todos nos ha pasado lo mismo al principio.

Anímate y busca tu norte. Ahora tienes tiempo para hacerlo!

¡Felices vacaciones!

Escrito por Marta Gil-Casares.