Rosa Allegue.
Hace ya 4 años que comencé un proceso de coaching con Marta Gil Casares.
Tenía 40 años, dos hijas pequeñas y era la directora financiera de la filial ibérica de una gran multinacional americana. Contaba con unas condiciones laborales fantásticas, que muchos querrían para sí, pero yo no era feliz, notaba que me faltaba algo, y hasta me sentía culpable por no sentirme afortunada.
Como soy de los que afrontan los problemas, decidí que profesionalmente necesitaba un impulso y tras estudiar las posibilidades que había en el mercado, opté por la ayuda de un coach. Era consciente que el buen feeling con el coach era importante pero además tenía claro que buscaba alguien más senior que yo y con experiencia previa en multinacionales, que es donde yo siempre había trabajado. Pedí bastantes referencias y tuve unas cuantas entrevistas con coachs, pero ninguno me convencía… hasta que tuve una primera entrevista telefónica con Marta, en ese mismo instante noté que era la persona que necesitaba para acompañarme en un cambio de actitud, que hoy 4 años después, veo que era todo lo que necesitaba. Nada de echar balones fuera, era yo la que tenía que cambiar…
El primer cambio fue el de confiar en mí misma mucho más de lo que había hecho nunca hasta ese momento. Cualquiera que me conozca sabe que tengo bastante autoconfianza pero necesitaba un mayor empujón, la pregunta que me hago ahora a diario, es ¿y por qué no yo? Recuerdo las conversaciones con Marta sobre nuestro “boicoteador” personal y hoy debo decir que mi mayor freno me lo ponía yo misma, aún hoy me sorprendo haciéndolo pero ya sé detectar ese momento e inmediatamente cambio mi actitud. Eso sí, requiere de un autoconocimiento previo al que se llega con autorreflexión e inmensa humildad, preguntando y sobre todo escuchando mucho a las personas que te rodean.
Y el segundo cambio fue el de “pedir” más a menudo… Fuera vergüenza, aprendí que si necesitaba ayuda de otras personas debía pedirlo, reconozco que en este cambio de actitud aún me queda mucho recorrido… Supongo que por deformación profesional, he comenzado intuitivamente a medir todo lo que pido y la estadística es que de 10 cosas que pido, 8 las obtengo, pero aun así reconozco que las 2 restantes aún consiguen frenarme para nuevas peticiones… Es un punto que debo trabajar más. Por supuesto igual que yo pido, soy cada vez más generosa con las personas que a mí me piden algo (incluso sin manifestarlo, el lenguaje no tiene por qué ser verbal, hay que escuchar todas las señales). Me sigue sorprendiendo las cosas que yo he conseguido, empezando por una sensación de bienestar inmensa, ayudando a los demás a cumplir sus objetivos!
En definitiva, con Marta descubrí la fuerza del networking, y mi propia fuerza interior buscando lo que me hacía feliz: compartir con otras personas mis conocimientos.
Me marqué un plan de acción a 10 años, donde entre otras cosas llegaría a dar conferencias a nivel internacional y ser profesora universitaria.
A día de hoy ya he logrado mi primer objetivo no solo dando conferencias sino incluso como chairwoman en foros financieros internacionales. Además estoy trabajando en el segundo objetivo y colaboro desde hace 3 años con universidades americanas en sus campus de Madrid. También estoy inmersa en el doctorado.
Creo que voy por buen camino y mis objetivos a 10 años cada vez los veo más cerca. Gracias a Marta por el impulso, hoy tengo claro que tomé la decisión adecuada, apostando a coach ganador!.