¿Has tenido alguna vez una bronca, un conflicto, un malentendido después de comunicarte por email o por WhatsApp?
Sí, hace un par de meses. Fue con un compañero de trabajo. Le escribí para ponerle al día de la situación con un cliente, le expliqué que íbamos a tener problemas para cumplir el deadline, lo hice con la mejor de mis intenciones aunque se lo tomó como si yo le estuviera atacando.
¿Qué hiciste?
Tuve una conversación con él y aclaramos el malentendido. Trabajamos juntos en muchos proyectos y necesitamos entendernos bien.
Arreglado pues.
Mmmmm, tras la conversación me quedé tranquilo sólo hasta cierto punto. Me di cuenta de lo peligroso que es el email y no digamos el whatsapp. Así que llevé este asunto a una sesión con mi coach para mejorar en mi comunicación.
¿Y has avanzado?
Estoy avanzando. He puesto en marcha una serie de acciones que me están ayudando mucho:
• Al escribir un email me tomo mi tiempo. Pienso en el otro y adapto lo que le quiero decir para asegurarme que va a entenderlo tal cual. Soy más concreto y trato de evitar ambigüedades.
• Cuando hablo con él estoy muy centrado en la conversación, sin distracciones. Estoy desarrollando escucha, para ver sus reacciones e ir conociéndole más. También pienso antes cómo digo las cosas.
• Utilizo palabras positivas. Evito obstáculos en el lenguaje. Si necesito ayuda, la pido, realizo la petición expresa y directa. Y lo que decimos a los hijos cuando son pequeños y van a casa de un amigo: “todo por favor y todo gracias”.
Me he dado cuenta que con estos cambios, mejoro la comunicación y mejoro la relación. Y me siento mucho mejor. Te iré contando mis avances y nuevas acciones.
Seguro que esta situación, en el ámbito profesional, nos suena familiar a más de uno. ¿Y qué pasaría si este plan de acción lo trasladamos a los emails que escribimos en un proceso de cambio? Esto lo trataremos en otro post.
Y seguimos con el qué y el cómo…
Escrito por Maria José Lasarte.