Marisa de Diego.
En anteriores entradas hemos hablado de la importancia de conocernos a nosotros mismos, saber en qué nos diferenciamos, dónde podemos aportar valor en un proyecto y en base a todo ello, crear nuestra marca personal.
Ahora hay que comunicarla a nuestro interlocutor en cualquier tipo de interacción ya sea formal o informal. ¿Cómo hacerlo?. Cuáles son las reglas básicas de una buena comunicación?.
Veamos algunas de ellas…
En primer lugar no perdamos de vista (saberlo lo sabemos de sobra) que comunicamos en dos niveles, lo que decimos (parte racional y consciente) y cómo lo decimos (parte emocional). Ambas son inseparables y lo más importante es que no haya incoherencia entre una y otra. La comunicación no verbal refuerza nuestros mensajes, refleja nuestra seguridad o desconfianza ante lo que decimos.
Utiliza un tono de voz adecuado. Si hablas muy bajo perderá fuerza tu mensaje y puede ser interpretado como timidez o inseguridad.
Evita la monotonía en tu discurso. Si no cambias el tono de voz en consonancia con lo que estás diciendo, no solo se hará aburrido tu discurso lo que puede originar la desconexión de tu interlocutor sino que además corres el riesgo de mostrar incoherencia entre lo que dices y cómo lo dices, perdiendo credibilidad. Una buena herramienta donde apoyarte para conseguirlo es hacerte preguntas que te permitan enlazar un mensaje con otro. Por ejemplo, Qué puse en marcha para solucionar este problema?……..¿Qué me ayudó a convencer al Comité de Dirección de la bondad de mi estrategia?…
Da una estructura clara a tus mensajes ante cualquier exposición. Esto ayudará a tu interlocutor a seguirte, entender lo que le estás contando y no desconectar.
Se claro, utiliza un lenguaje adaptado a la otra persona pero no coloquial. Es importante hacer uso de un lenguaje profesional adaptado al nivel de responsabilidad alcanzado y por ende al proyecto que estás buscando.
No expreses nunca adjetivos que califiquen tu buen hacer. Se aséptico, neutro. Da hechos objetivos que a la otra persona le ayude a obtener una percepción clara de las habilidades que has puesto en práctica y por lo tanto interiorizadas en tu forma de actuación.
Los mensajes deben ser siempre cortos, directos. Elimina de ellos todas las palabras que no aportan nada e identifica aquello que realmente es diferencial y de peso en todo lo que has hecho a lo largo de tu trayectoria profesional.
Y por último, escucha con atención las preguntas que te hacen. No contestes aquello que no te han preguntado. Vigila la comunicación no verbal de tu interlocutor. Te ayudará a saber la impresión que le está causando tu discurso.