Una trabajada evolución

Más de siete años hace que empecé a idear y recrearme en mi nuevo proyecto de vida profesional, The Wise Company.
Nada entonces me llevaba más a fluir que sentarme con un papel a escribir notas e ideas sobre mi futuro y las actividades que podía y quería desarrollar, de mis fortalezas, de la soltura y creatividad que sentía tener para realizar determinados cometidos con eficacia. Fueron unos primeros años donde todas esas reflexiones fueron enriqueciendo mi inventario de experiencias, capacidades, conocimientos etc…. No había prisa y esos momentos de encuentro con un imaginario y difuso proyecto eran solo para gozar con un sueño.
Muy desde el principio de la idea empecé todos los veranos a repasar la definición de lo que quería hacer y a analizar lo que “me faltaba” y lo que “me sobraba” para conseguirlo. A ello añadía la búsqueda de momentos, lugares y compañías que me reforzaban y me daban energía y seguridad para continuar adelante.
El simple paso del tiempo y las circunstancias del entorno comenzaron a inquietarme en lo que era simplemente un sueño, demandando el hacerlo realidad y me llevaron a enfrentarme con la dificultad de un proceso para crear con éxito una nueva realidad que me permitiera desarrollar una actividad profesional diferente y mantener un buen nivel de vida en todos los sentidos. Los temores y la frustración de no saber cómo abordar la idea sin saltar al vacío sin paracaídas, se hacían más y más presentes en mi vida. Por más que hablaba con gente, mi impresión es que no acababa de ver luz en el camino para guiarme hacia mi destino. Sentía un cierto atasco en la concreción o definición del proyecto.
La naturaleza híbrida e integradora de varias áreas de formación y experiencia requeridas para la actividad de The Wise Company, originó precisamente una de las mayores dificultades en mi camino (con las que todavía hoy de alguna forma convivo): la explicación a los potenciales clientes de lo que realmente hace y cuál es el valor que ellos obtienen. Es decir, lo que tradicionalmente se llama la propuesta de valor. Hoy lo explico con soltura como “facilitación”, mediación y acompañamiento en conflictos y en la creación o gestión de relaciones de valor en ámbitos empresariales, patrimoniales etc…. Y hoy mis clientes entienden claramente el valor del servicio y lo aprecian sin duda, aun cuando no sea fácil para ellos explicar a otras personas las claves del valor de lo que hacemos. Y me atrevo a decir que este fenómeno estaba dentro de lo previsto al tratarse de un servicio profesional con un enfoque absolutamente novedoso.
A pesar de esas y otras dificultades, nunca me ha faltado la constancia y mi fe en lo que yo sabía que era “lo mío”. Y esa confianza e ilusión me llevaron a buscar gradualmente formación complementaria para enriquecer mi perfil (lo que me faltaba) y a buscar o apoyos e ideas para acometer el proceso real de cambio para pasar de una situación segura y cómoda, pero ya sin aliciente, a una nueva vida profesional llena de ilusión aunque, eso sí, con todos los riesgos de arrancar una actividad. Y, en paralelo a sumar y a enriquecerme con formación e información, continuaba en el difícil trabajo de desprenderme o minimizar lo que me sobraba como era el miedo, la impaciencia, la agitación, lo que resulta en general una batalla que no se gana nunca pero en la que sí se puede aprender a convivir con ello de forma más llevadera.
Todo esto me ha permitido ver que hay un camino para hacer realidad un sueño cuando este tiene sentido. Los retos tienen una forma de abordarse y uno debe crear las circunstancias que le llevan a su consecución. Uno puede resignarse y aceptar lo que espontáneamente va ocurriendo o bien tomar las riendas de su destino y construir, poco a poco pero sólidamente, su nuevo futuro.
Hoy The Wise Company ya no es un maravilloso proyecto, sino una realidad en marcha que me llena de satisfacciones y que se mantiene en la batalla diaria para alcanzar la velocidad de crucero que me puse como objetivo. Pero sigue siendo un camino en el que, a pesar de las dificultades, transito feliz y serenamente pues, gracias a muchas ayudas y apoyos de amigos y profesionales, tengo la seguridad de haber hecho y estar haciendo lo que realmente siempre ha tenido para mí sentido hacer.
Y es precisamente esa trayectoria, bien hecha desde las primeras inquietudes e ideas de hace muchos años hasta hoy, de lo que más orgulloso me siento cuando pienso en The Wise Company. Un camino que me ha enseñado que somos mucho más responsables de lo que creemos de lo que nos ocurre y de lo que alcanzamos en nuestra vida. Que me ha enseñado como hay que poner cabeza y corazón para encontrar sentido a nuestra vida y que hay que combinar el sueño que nos proporciona visión y energía con el esfuerzo, la disciplina y el enfoque pragmático y efectivo para ir dando, en el presente, pasos hacia nuestro futuro destino.
Un destino que nunca llega a alcanzarse del todo pero que marca un feliz camino hacia donde, para cada uno, tiene sentido ir. Es en definitiva, una manejada evolución personal y profesional al compás del inevitable paso del tiempo.

Escrito por Alfredo Sanfeliz – CEO de The Wise Company

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