En nuestros talleres, uno de los primeros aspectos que se trabajan es el autoconocimiento, el conocimiento de uno mismo. ¿El objetivo? Conocer todos los recursos que tengo y ponerlos en juego a mi favor, ponerlos en valor, durante el proceso de búsqueda o cambio. Y además de los recursos, es fundamental conocer los límites que pueden obstaculizar la puesta en marcha estos recursos, para así poder gestionarlos.
Podríamos escribir un libro sobre este asunto. Para escribir un post, que es lo que estoy haciendo ahora, voy a focalizarme en el autoconocimiento de uno de los límites que más obstaculiza el proceso de búsqueda de trabajo: el miedo.
El miedo fue muy útil a nuestros antepasados para no ser devorados por el oso. Cuando aparecía, el tatatatarabuelo Miguel huía o bien permanecía inmóvil para no ser visto.
Ahora el miedo se dispara por otras causas (no voy a poder, no tengo capacidad) y desencadena estas mismas respuestas automáticas (mejor ni aplico al puesto, mejor ni hablo con este posible contacto). Si el miedo manda, si no se gestiona en cuanto aparece, puede ser nuestro mayor enemigo. Para poder gestionarlo es fundamental que lo hagamos consciente para no estar destruyendo nuestras propias oportunidades. Y esto se consigue conociéndonos.
Vamos a un caso concreto. Ante una entrevista, donde tendré que demostrar “soy yo” la persona que está buscando, vuelvo a sentir “ese malestar de la otra vez” y vuelvo a verme con pensamientos negativos pronosticando lo peor:
1. “Tengo miedo”, soy consciente, primer paso
2. Prepararé una batería de argumentaciones, qué digo, cómo lo digo, a quién se lo digo, cómo focalizo los mensajes.
Bye bye oso.
***
Escrito por María José Lasarte.