Ignacio Fernández-Montes, CFA.
Ni la mejor de las trayectorias profesionales ni el programa de postgrado de mayor renombre garantizan que abordemos con racionalidad y disciplina cuestiones que nos atañan directamente a nosotros mismos y a nuestras familias.
Por mi dedicación desde hace 23 años a la gestión de patrimonios financieros en el segmento de banca privada, he aprendido que la dificultad radica más en aspectos como la psicología de inversión que en la complejidad de los mercados financieros ó los cambios tributarios. La experiencia nos enseña tres ideas genéricas: primero, que resulta más difícil desinvertir que invertir, segundo, que desinvertir en pérdidas cuesta aún más y, por último, que a menudo desinvertimos en beneficios con demasiada anticipación.
Todos intuimos que a cierta edad, sea gestionando una carrera profesional ó resolviendo un accidente empresarial, la importancia del paso que debemos dar es triplemente importante.
La relevancia cuantitativa es indiscutible. Si utilizamos el método de descuento de flujos a los ingresos del resto de vuestra carrera profesional y le aplicamos una tasa de descuento de mercado, incluso añadiendole una prima de riesgo generosa en función de la volatilidad de nuestros ingresos y la importancia del bonus, posiblemente la inversión nocional resulte superior a un millón de euros.
En segundo lugar, psicológicamente nos enfrentamos a una decisión de compra de un proyecto (incorporación) ó de venta previa (salida de una empresa) y posterior compra de otro (reinversión). Si pensamos en el dilema psicológico cuánto más si tenemos que invertir nuestro capital humano correctamente. Hacer frente en soledad al miedo a equivocarnos ó caer en el error clásico de corregir una mala inversión con otra más arriesgada ó menos estudiada no es lo más aconsejable.
Por último, tendemos a inflar la importancia del momento actual cuando lo verdaderamente importante es elevarse, e intuir que la vida profesional es un proceso. Algo así como a que al darle una trascendencia a todo lo que nos ocurre le reste crucialidad al hoy-ahora y cobre mucha mayor relevancia el resultado de hilvanar todo lo hecho – bueno y mejorable – y tener claro donde dar la siguiente puntada mientras va tomando forma nuestro mejor traje.
Por tanto, la clave del resultado de nuestra decisión se encuentra en cómo estructuramos el proceso de inversión.
Y qué tiene que ver esta reflexión con el método MGC?
Llama la atención que más que respuestas, formulan las preguntas adecuadas y fomentan la interacción entre los participantes de cada curso y entre los cursos haciendote partícipe del proceso con el consabido enriquecimiento. Su insistencia por recurrir a la incorporación de terceros en el método – te conozcan ó no – responde a la pregunta de: si el mundo funciona con percepciones por qué no incorporarlas al proceso?
Todos recordamos aquel profesor que pulsó en nosotros la tecla adecuada para que desde entonces pusiéramos en marcha un circulo virtuoso inagotable y autosuficiente. Una especie de energia renovable que no cansa, que no cuesta, que no sacia sino que te eleva, te dá la paz para hacer frente a nuevas y mayores encrucijadas.
No recuerdo se hayan hecho imprescindibles nunca pero sí despliegan su extensa experiencia de coaching, motivación y levantan autoestimas castigadas por la crudeza del ciclo económico ó el simple paso del tiempo.
Si nuestro capital humano puede ser incluso más importante cuantitativamente que el financiero y además nadie duda que acertar en la vocación profesional es uno de los ingredientes de la felicidad, a qué estamos esperando para ponernos en marcha?”