La primera vez que hablé con Marta sabía que tenía que dar un cambio en mi carrera profesional pero no tenía claro el cómo. En casi 20 años de vida profesional nunca había tenido que buscar trabajo. En aquella primera entrevista con ella, y luego con Marisa, aprendí que la búsqueda de trabajo es en sí otro trabajo. Desde entonces, siempre bromeaba con mi mujer diciendo que tenía dos trabajos: el propio y el ajeno (por este orden). El propio donde estaba todo por hacer y el ajeno donde no tenía ni futuro ni ilusión. El primer diagnóstico de Marta y Marisa fue fulminante: ni método ni red de contactos.
Aprendí lo importante de una buena metodología, el plan de acción, cómo presentarme, cómo explicar qué quería hacer y cuáles eran mis éxitos profesionales y mis fracasos. Aprendí lo importante de dejar huella, de ser recordado profesionalmente (y qué difícil es). Pero en especial, aprendí a relacionarme con generosidad. Ahora siempre que acudo a una nueva visita me pregunto en qué puedo ayudar a mi interlocutor. Keith Ferrazzi en su libro “Never eat alone” dedica sus primeros capítulos a la generosidad. Es algo que espero no se me olvide nunca.
También tuve la suerte de afrontar mi tiempo de transición con mucha alegría. Disfruté como nunca de mis hijas, Manuela y Carlota, y de Elena, mi mujer. También de mis padres. Recuperé viejas amistades: colegio, carrera, master, trabajos… Mejoré mi formación, mi forma física, hice el Camino de Santiago con amigos de la infancia… he conocido y disfrutado de magníficas personas en el grupo de Marta. Ahora con la vista atrás, puedo decir que este último año de transición (no de búsqueda de trabajo sino “in between jobs”) ha sido uno de los mejores años de mi vida.
Si os puedo ayudar en algo, no dudéis en llamarme. Seguro que por lo menos, pasaremos un buen rato.
Escrito por Raúl Díez Sampedro.